"Fué este rincón el que me impulsó a empezar
la búsqueda de lo que sigue... mi destino,
aunque la verdad no creo que esté ni cerca todavía.
Pero la vida me ha hecho entender,
que no tengo nada que perder...
y ahora que comenzé, llegaré hasta el final..." Gin@lejandra°


martes, 4 de octubre de 2011

Se escribe elegir, se pronuncia renunciar - Columna para periódico Acento

Un sujeto sin pronombre se halla detenido, frente a una bifurcación en su camino.

A este sujeto nadie le preguntó si quería estar allí. Sólo lo estaba. Llegó a ese nudo de
incertidumbres en una especie de impromptu. Intentó demorar el momento pero eso no
le sirvió más que para cuantificar un tiempo de transcurso inevitable.

El caso es que estaba allí, frente a una impaciente y quejosa bifurcación, solo.

Debía elegir, y esa elección implicaba renunciar.

El sujeto exprime sus recuerdos en busca de alguna señal que le muestre la senda correcta,
pero sólo termina por concebirse como un ave sin posibilidad de vuelo... Por emplear
palabras suaves.

Miró a su alrededor, en busca de alguna presencia muda que pudiese ayudarle. Después de
todo, ¿qué clase de existencia es la nada?

La nada no existe.

Percibe un silencio que lo acompaña. Y trozos de un alma... La suya. Aparte, una valija.

Dos vías. Dos promesas de peripecias. Dos riesgos.

Al este, terreno llano y hojas secas. El sujeto se imagina andando por aquel camino como
tren entre la niebla, con fotos, olor a café, ciertas satisfacciones, aunque nunca completas.
Ve cosas dejadas a un lado... Libros, miradas, cálidas compañías. Advierte en el camino, un
fusilamiento de ideas. Un reloj aterido a las seis. Distingue abandonado en el suelo un paño
húmedo de lágrimas y anestesia. Aprecia la rigidez, y seguridad que brinda el camino. También
los vientos fríos. El sujeto se acerca. Crujen las hojas, y de repente todo desaparece.

Retrocede rápidamente. Otra vez en el nudo.

Al oeste, relieve irregular y cicatrices. Etapas, en lugar de ciclos. Impulsos absurdamente
elocuentes. El murmullo de una cañada. Una ventana abierta. Huellas indelebles. Amaneceres
anhelantes. Distancias. Quizás no libertad, esa palabra es muy grande, pero sí cierta soltura...
Suficiente espacio. Líneas borrosas. Un timón. Consciencia del desconocimiento. Incógnitas
y curiosidad. Lucha. Profundidad. Perspectiva. En esta dirección, nada es predecible.

Toma la valija. Sonríe descaradamente.

Esta elección depende, sobretodo, del sujeto en cuestión.



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