La casualidad regresa a mis manos un ensayo que escribí, no recuerdo cuándo, sobre la libertad humana.
Noto que mientras lo escribía, me concentré en llenar no sólo las líneas, sino que también los márgenes.
Ahora que mis ojos vuelven a descansar sobre esas palabras, encuentro que me agradan más aquellas que
se salen de lo concreto… Hay algo hermoso en la soltura de las que no están atadas a ningún orden, y cobran
sentido por sí solas.
Las compartiré con ustedes, sin ambigüedades, sin eufemismos, ni cobardías:
Toda necesidad implica un límite. Yo padezco más el límite, que la necesidad.
Por eso, nunca he permitido que los márgenes logren restringirme, así como la búsqueda de la libertad
tampoco, porque ésta es también una necesidad. Una que el ser humano ha tratado de imponerle a la historia.
Al hacerlo, la inutilizan, la arruinan, ya que se vuelven esclavos de esa búsqueda, y por ende pierden nuestro
único precario poder, todo con lo que contamos para acercarnos al límite, intentar lo que se cree imposible.
La búsqueda de la libertad es una cárcel, acaso más siniestra que la represión, porque nos reduce la vida,
mientras se continúe buscando en el exterior. Si alguna vez he podido acercarme a una infinitud, sería interior.
De pensamiento, y reconocimiento propio. Esa es una libertad posible, y lo es porque no la encontramos al
someter u oprimir a otros, sino en nuestro crecimiento, uno no visible, ni palpable. Es una libertad que nos
permite atravesar fronteras en el más acá de esta brevísima vida, y en el momento inmediato en el que
decidamos hacerlo.
En cualquier otra idea de libertad, hay un vacío. Lo habrá hasta que dejen de existir los padecimientos que
acarrean consigo las ansias de poder, los prejuicios, e incluso la ética y la justicia, porque toda regla de ética
y justicia, esconde una idea de dominación.
En algún momento, y sin que hayamos podido advertirlo, la búsqueda de la libertad se volvió imprescindible.
La naturaleza humana, y su nomenclatura, se empeñan en mantener silencio, así que nunca entenderé por qué.
La consecuencia es que la libertad como tal, es y continuará siendo, por ahora, un mito.
No sé ustedes, pero yo he puesto mis esperanzas en ese “por ahora”.
http://www.acento.com.do/index.php/blog/1116/78/Margenes.html
sábado, 9 de julio de 2011
Márgenes - Columna para periódico Acento
Publicado por Gina Franco en 12:27 p. m.
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