"Fué este rincón el que me impulsó a empezar
la búsqueda de lo que sigue... mi destino,
aunque la verdad no creo que esté ni cerca todavía.
Pero la vida me ha hecho entender,
que no tengo nada que perder...
y ahora que comenzé, llegaré hasta el final..." Gin@lejandra°


sábado, 9 de julio de 2011

Encogimiento de hombros - Columna para periódico Acento

El declive más peligroso de todos no forma parte del relieve de nuestra tierra. Los ángulos que abrazan a
nuestras pupilas no son nada en comparación a una inclinación mayor, producto del caricaturesco andar de
la sociedad, y su continuo desgaste. Pero los pasos de la gente no saben nada de depresiones, ni declives.

Habitamos el mundo en un momento en el que la mayoría ha perdido, o mejor dicho, ha elegido perder, su
capacidad de razonamiento. Abdican del esfuerzo, y son sólo movidos por sus propios intereses. Nada más
se puede esperar de aquél que limita su intelecto, intentado disponer todo en una corta sucesión de nociones,
pautas, modas sin sentido.

Quedan algunos que se colocan voluntariamente al margen de la sociedad. Que no se fijan sólo en la multitud
de la que serán, inevitablemente, parte, sino que también perciben los huecos que hay en ella, y a su alrededor.
Son fáciles de identificar entre lo común. Es aquél, al que miras de reojo porque luce o piensa diferente a ti.
¿Ya lo recordaste? Sí, ese. Y eso que notas diferente en su mirada inquisitiva, es descontento hacia la ignorancia,
qué peculiar, ¿No te parece?

Las personas que no eligen crecer desde temprano, tampoco suelen hacerlo más adelante en sus vidas. Pero
la madurez no tiene que ver con la edad, y tampoco es directamente proporcional a la cantidad de inquietudes
que alguien pueda tener. Así que siempre habrá tiempo para empezar a abrir tu mente, y conocerte más allá de
aquél a quien compartes con los demás. Recordando siempre, que nada ganas con salir de ti, para llegar a un ti
predeterminado por la sociedad. Esa será una búsqueda vacía, y de resultado ignoto.

Escucha nuevas ideas, estés de acuerdo con ellas o no. Pero no te limites al conocimiento que otros, de épocas
o lugares distintos, hayan legado. Consigue también, qué compartir tú con los demás. No sólo seas el que aprende,
sé también el que enseña. Sé el que piensa, y el que observa al que piensa. A medida que expandas tu horizonte
irás detallando tu propia filosofía de vida, irás aprendiendo a discernir, definiendo preferencias y opiniones dictadas
por tu carácter, imperfecto y confuso, pero tuyo, y de nadie más.

Todos estamos conectados en formas mucho más profundas de las que llegaremos a comprender. A nuestro
alrededor, en especial en esos lugares poco visitados por el hombre, habrá siempre algo nuevo que descubrir.
Algún trazo, color, especie, o método. Si nunca vamos a escudriñar un poco, o peor aún, si destruimos el lugar
antes de fijarnos, y saber concretamente qué destruimos, ¿Cómo entonces podemos caminar con el pecho alto,
clamando saber?

Disfrutemos de la realidad, y el razonamiento que nos ha sido concedido para interrogarla. Evitemos el
encogimiento de hombros. Abramos paso al entendimiento. No hay amanecer tan bello, que no pudiese serlo más.



http://www.acento.com.do/index.php/blog/1053/78/Encogimiento-de-hombros.html

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