"Fué este rincón el que me impulsó a empezar
la búsqueda de lo que sigue... mi destino,
aunque la verdad no creo que esté ni cerca todavía.
Pero la vida me ha hecho entender,
que no tengo nada que perder...
y ahora que comenzé, llegaré hasta el final..." Gin@lejandra°


jueves, 28 de julio de 2011

Evolucionemos entonces - Columna para periódico Acento

Imaginar es un lento delirio que te permite zurcir al mundo con la mirada, logrando vindicar la realidad
a golpe de ideas. Una fuerza que se apropia de lo inobjetable.

Estar alerta al intentar imaginar es un lastre. La consciencia terminará impregnando tu mente del pálido
paisaje que te rodea. Y si no te parece pálido, es porque nunca has imaginado.

Cerrar los ojos tampoco servirá de nada. Todos los humanos, bípedos complicados al fin, podemos soñar.
Pero pocos podemos imaginar.

Visualizar lo que muchos condenan a ser inconcebible, es la mejor manera de ausentar lo cercano, y acercar
lo ausente. Producir una imagen donde propongamos ideas disímiles simultáneamente… Lograr conectarlas,
pero sin mezclarlas, amarrarlas una a la otra con igual integración y nitidez, hasta dar luz a un híbrido, un
avance, o un invento. Por ésta razón entiendo que aunque en el Universo todo es absurdo, imaginar es, lo que
menos lo es.

Los cinco sentidos no son los únicos, ni los mejores medios para percibir la verdad, teniendo en cuenta que
ésta no necesariamente avisa una realidad explícita. Siempre que entro en contacto con ella, lo hago cuando
pondero en aquél lugar que se oculta detrás de la frente. Un retorno innombrable a mí misma. Un andar a
tientas, un descubrimiento. Y aunque es esa una sensación fascinante, la confidencia de la verdad nos
revela únicamente lo existente, por más imperceptible, o etéreo que sea. Yo intento hacer referencia a todo
lo contrario. Aludo a aquello que pudiera ser existente, pero no lo es todavía.

Aludo a la creación.

A las ideas con individualidad, y falta de custodios.

Hay mentes sobre las que pesa, casi de manera física, la falta de ambición de otras. La falta de curiosidad.
El sedentarismo intelectual y artístico. Esto me sucedió en tiempos.

Hoy no me sucede, he aprendido a aceptar.

Pero sí continúo urgiéndoles: imaginen. Perder la inocencia, no es sinónimo de perder la niñez,ni las ganas
de seguir descubriendo las posibilidades e imposibilidades del mundo.

La imaginación acarrea consigo cambios, y los cambios, evolución.

Evolucionemos entonces.



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