"Fué este rincón el que me impulsó a empezar
la búsqueda de lo que sigue... mi destino,
aunque la verdad no creo que esté ni cerca todavía.
Pero la vida me ha hecho entender,
que no tengo nada que perder...
y ahora que comenzé, llegaré hasta el final..." Gin@lejandra°


miércoles, 25 de mayo de 2011

As de corazones - Columna para periódico Acento.

Si hay algo innegable en la vida , es la necesidad del ser humano de hallar eso que todos anhelamos,
el cariño de alguien más. Nuestro camino está lleno de apegos y pasiones, como también de sueños
y desilusiones, y cuando tropezamos con alguna de aquellas sensaciones que nos produce el amor,
lo sentimos tan nuestro que creemos saber algo sobre aquel mundo, que es a la vez cercano y lejano,
pero la realidad es que una vida no es tiempo suficiente para conocerlo, sólo para sentir un soplo de
su inmenso poder. Bajo ese pensamiento, me considero una inexperta en las cosas del amor, pero aun
así quisiera compartir pequeñas observaciones que he hecho en la cotidianidad de mis días.

He sido testigo de la interminable monotonía que crece en el alma de aquellos que no aman... Creando
la errada costumbre de vivir como reflejo del quietismo, indolente pero sin júbilo, sin hastío pero
tampoco placer, caminando inerte, insensible, por campos sin cultivo.

He contemplado cómo el que aprende a ser siempre infiel nunca puede entregar amor, tampoco sabe
recibirlo con honor... Sólo cuenta sus victorias, a cada una les pone nombre, coleccionándolas en la
memoria de un corazón vacío.

El tamaño del amor no se mide por el tiempo que dura, se mide en el transcurso de cada nuevo latido.
Aunque ciertas veces se extravíe, siempre encuentra el camino devuelta a su lugar correspondido. En
el amor y su ilimitado alcance, la prontitud y la ligereza nunca es elegante. Puede viajar más lejos aún,
que el tiempo y la distancia, y nadar tanto en río como estanque.

Sobretodo he aprendido que nada llega temprano, y nada llega tarde, todo llega a su tiempo, nos
convenga o no. El amor, que a cualquier hora sabe tocar la puerta de quien lo acoja, viene callado, sin
aviso, en el azar inadvertido de un día, sin saber cómo ni por qué. Es lo más curioso del amor, estamos
siempre en su búsqueda, lo esperamos en la sombra de nuestras esperanzas, lo soñamos en el silencio
de las noches, y aun así siempre nos sorprende su llegada.

As de corazones, la única carta por la que vale la pena perder el juego, porque a fin de cuentas, el que
nunca la juega es el que realmente pierde.




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