"Fué este rincón el que me impulsó a empezar
la búsqueda de lo que sigue... mi destino,
aunque la verdad no creo que esté ni cerca todavía.
Pero la vida me ha hecho entender,
que no tengo nada que perder...
y ahora que comenzé, llegaré hasta el final..." Gin@lejandra°


lunes, 8 de agosto de 2011

El deshielo - Columna para periódico Acento

Tocan la puerta. Espero en silencio.

Sé quién es.

Sabe que estoy aquí... Que le ofrezco lo poco que tengo, y no son pretensiones, ni diplomacias.

Es un duelo de emociones. Un deshielo.

Aún así, la sociedad se permite traspasar mi puerta. Adentrar mi hogar.

Viene vestida de diversos colores, variados perfiles, distintos semblantes. Pero yo ya conozco
suficiente los anchos desastres de corazones estrechos, y no les doy la bienvenida.

Prefiero permanecer aquí tranquila, con el rostro apoyado en la mano, y el codo apoyado en el
marco de una ventana... Recordar algo lejano, suspirar, abrir un libro.

Llegar del fin, e ir hacia el principio, para tener una mejor perspectiva...

Y si pudiera, evitar entrar por vez primera a este almacén de idiosincrasias del que constantemente
intento salir. Ay, entre sueños te veas en un lugar como éste. Es el punto ciego de la naturaleza
humana: un error de apreciación, que acribilla el sentido de lo trascendente.

Cada día la sociedad me mira a los ojos, como me los mira ahora... Retándome a escapar de ella.
Y yo lo intento, para buscar otro lugar donde meter la vida.

Llegaría a aquél lugar cargando heridas, pero esas heridas me harían mucha compañía. Serían mi
brújula de orientación, para saber hacia dónde caminar entre la niebla.

Pienso que es algo muy hermoso, eso de tener voluntad de sentir, de buscar lo verdadero, de
conocerse. El ardor de una lágrima en la mejilla. El retorcijón de las nostalgias anejadas por los
años. La balada del silencio. El solitario tránsito por un pasillo del alma. El salpicar de las sonrisas.
Así como las emociones sin razón de ser, esas que se tejen sin hilo.

Diferenciar en un espejo, nuestro reflejo de entre los demás, es cosa fácil... Pero intenta reconocer
tu sombra de entre las otras sombras.

Cimbremos las reglas de la sociedad un poco, hasta que todo deje de ser ineludiblemente un ascenso
o un descenso. Dejemos de ser criaturas cautivas.

Después de todo, es el océano mismo el que detiene la continuidad de la isla.



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