Hoy he confirmado algo que leí, no recuerdo dónde, hace mucho tiempo:
"Jamás harás conocer a un bizco su propio estrabismo, si no le pones delante un espejo fiel que le retrate
su torcida vista, porque el ojo de su cara que sirve para ver y conocer a los demás no puede, sin un milagro
que equivalga a esta gracia que tú disfrutas, verse y conocerse a sí mismo."
Me marcaron estas palabras porque me hicieron consciente por primera vez de la funesta propensión que
tenemos a juzgar lo que sucede en el corazón ajeno, por aquello que pasa en el propio. Fue maravilloso ver cómo
otra persona caía por cuenta propia en esta misma realización. Un cambio necesario de ser imitado por otros.
Se trata de una persona asombradiza, que no había paseado nunca, para su fortuna o desgracia, fuera del
contorno de la comodidad y el ocio. Una persona de buen corazón, pero con un orden equivocado de las cosas,
y una confusión de ideas que la caracteriza no sólo a ella, sino a una gran parte de nuestra sociedad, que tiene
diversos orígenes como lo pueden ser los métodos de estudios, las influencias que nos rodean, las expectativas
propias y ajenas, la falta de curiosidad y profundidad.
En fin, se trata de una persona que usualmente se escandaliza por la rudeza y desnudez de la realidad, y que
peligrosamente posee un puesto importante en los medios de comunicación. Digo peligrosamente, porque su
"estrabismo", como he decidido considerarlo, la ha llevado a ampliar el criterio de la moralidad hasta hacer pasar
por lícito muchas injusticias, y la hace creer erradamente que no conviene enseñar la verdad sin introducir algunas
"prudentes" modificaciones. Se ayuda así, del mal para intentar hacer un bien, como la tierra se ayuda del estiércol
para hacerse más fértil.
Pero tenía razón aquella frase... Se necesita de un espejo fiel, que retrate su torcida vista. Ese espejo se lo colocó
delante la vida. Un espejo que la hizo conocedora de las miserias humanas, al menos de su existencia.
Resumiendo, mi amiga se observó en los ojos de otra persona. Observó a quien no quería ser. Y ocurrió lo mismo
que ocurre en un lugar donde todo el mundo anda caminando con prisa, y alguien se detiene. Ese alguien se convierte
en un punto fijo que contrasta y hace notar el atropellamiento de los otros, y el rumbo amenazante de su andar.
Mi amiga se percató de que el mal suele desconocerse a sí mismo.
La noción del bien y del mal es subjetiva, por cierta que parezca.
Darse cuenta de esto es indispensable para acercarse a la objetividad, y la comprensión humana... El único lugar
donde la multitud heterogénea pudiese confluir, la tierra de todos.
http://www.acento.com.do/index.php/blog/2718/78/La-tierra-de-todos.html
viernes, 30 de diciembre de 2011
La tierra de todos - Columna para periódico Acento
Publicado por Gina Franco en 10:33 a. m.
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1 comentario:
Dentro de un mundo con tantos estándares de moral lo único que funciona es la tolerancia y el respeto.
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